martes, 22 de diciembre de 2009

En el avión

Uno de los grandes sueños del hombre ha sido volar. La verdad es que hasta que no subes a un avión y emprendes el viaje no sientes esa magia especial que te permite comprenderlo. Mirar las nubes desde arriba y observar esa belleza blanquecina, unas veces nieve compacta y otras puro algodón. Simplemente reclinarte en el asiento, respirar hondo y admirar la hermosa fotografía. Sin pensar en nada, sin preocupaciones, sin estrés de ningún tipo. La fina línea divisoria delimita el azul claro del cielo, del manto blanco esponjoso.

La nieve compacta desaparece gradualmente para dar paso a lo que bajo ella se hallaba, los montes y las montañas, carreteras y ríos diminutos, cual una maqueta a escala se tratara. La fotografía se graba en mi mente.
Este es el viaje de vuelta a casa, viaje que no será el último. El cúmulo de sensaciones y sentimientos que a veces salen y otras se esconden y que no siempre puedes expresar.

Las inquietudes que te rondan y las expectativas de un futuro que va y viene. Hacen que mi alma se agite, coja papel y boli y observe el interior del avión con cierta extrañeza. ¿De verdad estaremos volando? La niebla cubre toda la ventanilla, todo blanco se ve, nada más.

¿No será todo un complot en el que parezca real y sea todo mentira? Quizá toda esta gente también permanezca sentada en el aparente interior del avión porque así lo crea, se lo han dicho y también está equivocada. Y los leves movimientos del suelo, el leve zarandeo o la ascensión que se perciben, sean movimientos como de una atracción de ferias se tratara.

Y las bellas fotografías que veo a través de la ventanilla sean sólo eso fotografías que pasan ante nuestros ojos, imágenes captadas de una realidad pero no es la realidad en sí misma la que observas. O tan solo quizá cuestionarme si la realidad es real es tan solo una locura transitoria en absoluto real.

1 comentario:

Leticia dijo...

paciencia y a volar!

http://www.youtube.com/watch?v=Zr_MJAOyOeU