Dijo el maestro: Las mejores cosas de la vida no pueden lograrse por la fuerza:
Puedes obligar a comer,
pero no a sentir hambre;
puedes obligar a alguien a acostarse,
pero no puedes obligarle a dormir;
puedes obligar a que te oigan,
pero no puedes obligar a que te escuchen;
puedes obligar a aplaudir,
pero no puedes obligar a que se emocionen y entusiamen;
puedes obligar a que te besen,
pero no puedes obligar a que te deseen;
puedes obligar a que fuercen un gesto de sonrisa,
pero no puedes obligar a reír;
puedes obligar a que te elogien,
pero no puedes obligar a despertar admiración;
puedes obligar a que te cuenten un secreto,
pero no puedes obligar a inspirar confianza;
puedes obligar a que te sirvan,
pero no puedes obligar a que te amen.
Sentir hambre, dormir, escuchar, emocionarnos, entusiasmarnos, desear, reír, sentir confianza, amar... son acciones que no admiten la fuerza, la obligación.
Son acciones maravillosamente inconscientes.
Álex Rovira, la brújula interior, carta 8
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